miércoles, 28 de noviembre de 2012

La comunicación con nuestro peludo


Educar a un perro no  es esperar que cometa un error, para luego corregirle. Eso crea frustración y  miedo en el perro. Educar es evitar que el perro cometa errores y premiarle  mientras se porta bien.
Una  perra cría a sus cachorros en un  sitio seguro. Pueden moverse  libremente, jugar, aprender y solamente tienen que  seguir unas reglas  claras establecidas por la madre. Cuando el cachorro viene a nuestra  casa, su vida cambia drásticamente. De repente hay cientos de tabúes.
Los  huesitos de piel de vaca son para  jugar, pero mordisquear los zapatos  de diseño (del mismo material) provoca un  grito de indignación y un  ¡NO! muy fuerte del dueño. Dudo mucho que un cachorro de pocas  semanas de edad sea capaz de entender la diferencia entre un hueso y un zapato  de piel.
Mientras  estuvo con sus hermanos y  con su madre, hacer pis en la habitación  donde vivieron estaba bien, a cambio  hacer pis en el salón de su nueva  casa provoca un castigo desmesurado por parte  del dueño.
Jugando  en camada, el cachorro  aprendió a ‘ganar’ un juguete y llevárselo  corriendo. Lo defendió gruñendo a  cualquiera de sus hermanos que se  acercaba para quitárselo. Si  hace lo mismo con su nuevo dueño, mientras  éste se acerca para  quitarle el trapo de la cocina que acaba de ‘ganar’, se le  acusa de ser  agresivo y dominante.
Por  supuesto debemos enseñarle a  nuestro perro desde el principio nuestras  reglas y los limites que vamos a  establecer. Un perro debe hacernos  caso y respetarnos, debe saber que nosotros  tomamos las decisiones.
Pero  ¿es necesario castigar al perro  por hacer ciertas cosas? ¡No! No es  necesario que el cachorro tenga malas  experiencias asociadas con  nosotros.
Para los perros solo existen tres  opciones al sentirse amenazados: huir, atacar o comportarse sumisamente. No es necesario que el perro  aprenda de sus errores. Es posible quitar  de en medio, todas las cosas que  puedan provocar un comportamiento no  deseado.
Todos aprendemos mucho mejor y con más  alegría si solamente hay experiencias positivas y recompensa.
Entonces, ¿para qué usar el método ‘ensayo  / error’ en el aprendizaje?
No  hace falta provocar que se  equivoque. El perro siempre mostrará su  comportamiento típico y previsible. Si  le conocemos a él y a su  especie, es fácil enseñarle a hacer las cosas bien  desde el principio.
Me  parece obvio que no es fácil ser  un perro, si miramos al mundo a  través de los ojos de un cachorro recién  llegado a una casa extraña. Aunque  no debe de ser difícil para  nosotros establecer unas pautas y reglas  fijas que faciliten al perro  orientarse en este mundo extraño al que  acaba de llegar:
CALMA Y COHERENCIA
Nunca  pierdas  el control sobre ti mismo, intenta que tus acciones y  reacciones siempre sean  coherentes y de forma decidida. Actúa de manera  calma y coherente. No grites y  no uses el castigo físico.
Se  consecuente en tus reglas. Si se establecen, se deben mantener sin cambios.
IGNORA EL MAL COMPORTAMIENTO Y PREMIA EL BUENO CON  ATENCION
‘Ignorar’  significa ningún contacto con el perro, sea físico, verbal o visual. El  perro  intenta conseguir nuestra atención con el mal comportamiento, el  peor ‘castigo’  para él será, pues, que le ignoremos. En  caso de  que el perro haga sus necesidades en casa, es imperativo que  lo ignoremos, que  él no nos vea prestar ninguna atención a su ‘regalo’. Limpiaremos   el suelo aprovechando que otro miembro de la familia saca el perro a  la calle  para evitar que éste note algún interés por nuestra parte.
Hablando  de  cachorros, es muy importante no regañarle al cachorro cuando hace  pis en sitios  donde no debería hacerlo. Hasta los seis meses le resulta  difícil controlar su  vejiga. Aprenderá más rápido si le enseñamos  alegría y premiamos con comida,  cuando lo hace en un sitio adecuado.
Para  eso, se  le lleva (en brazos) a la calle, nada más despertarse y  después de comer y  beber, y se le coloca en siempre el mismo sitio.  Allí va a hacer pis, ya que  después de haber dormido tendrá ganas. Se  le premia con un poco de comida y  después le damos su paseo.
Así el  perro aprende a hacer sus necesidades en el principio del paseo y no asocia el  hacer pipi con tener que volver a casa.
Y  lo más  importante: no estresarse con el tema. Todos lo aprenden.
NO SALUDAR EFUSIVAMENTE AL PERRO AL VOLVER A CASA
Si  no  queremos que el perro salte o se nos suba encima, al volver a casa,  no podemos  saludarle de manera efusiva al entrar por la puerta. Si  entramos sin hacerle mucho  caso al perro, él aprenderá dos cosas: en la  puerta ‘no se saluda’, sino mas  tarde, y se saluda de manera  tranquila, sin saltar.
NO DESPEDIRSE DEL PERRO AL SALIR DE CASA
Le puede crear  estrés, ya que nosotros damos mucha énfasis a la salida de casa. Si  nos  vamos sin despedirnos o mostrarnos triste, como si marcharnos  solos  fuera la cosa más normal del mundo, el perro  no se pondrá  ansioso por nuestra ausencia.
Si  hay que  dejar a un cachorro unas horas solo, durante el día, es mejor  no dejarle toda  la casa abierta, pero dejarle en una habitación segura,  donde no puede  destrozar nada en su fase de ‘mordisquearlo todo’.
LA COMIDA
Intentemos   hacer la hora de la comida divertida para el perro. Se puede usar el  pienso  como premios para practicar unos ejercicios o habilidades con  él. Podemos   ‘esconder’ la comida en diferentes habitaciones, y dejar que el perro  la busque.  Así logramos cansar al perro mentalmente y físicamente. Y  además,  se puede llenar un juguete interactivo como el KONG con pienso  remojado, para  estimular el perro a entretenerse un rato, mordiendo un  objeto ‘permitido’.
Para   practicar la llamada desde el primer día, recomiendo repetir la  palabra elegida  cada vez, que le damos al perro su comida en su plato.  Así aprende que al escuchar  ‘AQUÍ’ tiene que venir corriendo porque  vamos a darle algo rico para comer.
LOS JUGUETES
El  perro no  debería tener todos sus juguetes a su alcance. Los juguetes  son nuestros y los  ofrecemos al perro durante periodos determinados del  día, cuando nosotros  iniciamos un juego interactivo con el perro. El  juego debe siempre ser iniciado  y terminado por nosotros, y debe ser  educativo. Los juguetes también se pueden  usar como premio en los  ejercicios como el ‘ven’ o el ‘busca’. En vez de  simplemente tirar la  pelota, la podemos esconder y hacer un pequeño juego de  rastreo con  nuestro amigo.
Los únicos  juguetes que son ‘propiedad’ del perro son los interactivos o   masticables (hueso de piel, Kong, etc.)
EL PERRO NECESITA UN TRABAJO
Cada  miembro de una manada ‘natural’ tiene, además de un puesto, un trabajo, sin  este trabajo se sentiría inútil. Debemos  darle un trabajo a nuestro perro para enseñarle que es un miembro útil y  valorado de la familia.
Este   ‘trabajo’ puede ser buscar cosas escondidas en la casa, recoger  objetos ‘caídos’  al suelo, acompañarnos a la compra, y – por supuesto –  acompañarnos en nuestros  largos paseos diarios.
Cada perro  tiene un ‘trabajo’ preferido, según su tipo y su temperamento. Una  de las  ventajas del cachorro es que está biológicamente ‘programado’  para aprender  muchas cosas en poco tiempo. Si lo hacemos bien, y le  enseñamos con refuerzo  positivo y alegría, en secuencias cortas de  pocos minutos, educaremos a un  perro que nos pide aprender y trabajar.
Depende de  nosotros ahora, guiar el cachorro hacia ser un perro educado, contento con su  ‘puesto’ en el equipo.
EL ‘SITIO’ DEL PERRO
El  perro es  un mamífero altamente sociable que necesita vivir en grupo.  La evolución le ha  hecho así y si le condenamos a una vida solitaria,  siempre sufrirá y mostrará  comportamientos poco normales para su  especie. A  mí  personalmente me parece muy importante que el perro durante su  infancia pueda  dormir en el dormitorio, al lado de la cama de su dueño.
Al   separarle de sus hermanos, el cachorro se queda completamente sólo por  primera  vez en su vida. Esto es antinatural, ya que en una vida más  natural, el  cachorro no se llega a despegar de su camada hasta que  cumple unos seis meses  de edad. Por  eso es  importante que le demos al cachorro la seguridad de no estar  sólo, por la  noche. Para no causarle trastornos de miedo o ansiedad. Lo  mejor es  acostarle en un transportín con una manta, al lado de la  cama. Así, cada vez  que el cachorro muestra miedo, podemos bajar la  mano, sin acariciarle, ni  hablarle, pero dándole la seguridad de  nuestra presencia.
De  esta  forma también hay más control sobre el cachorro. No llegará a  destrozar nada  durante la noche, andando libremente por casa. También  se le puede controlar  muy bien a la hora de tener que hacer pis o caca,  ya que en su cama no lo hará.  Nos pedirá levantarnos para llevarle a  su sitio, donde – al haberlo hecho allí  – le podemos premiar y así  establecer un sitio fijo para estas cosas.
CUIDADOS
Cepillado: Es muy  importante practicar el cepillado diario ya mientras los perros sean pequeños. Cogemos  un  cepillo muy suave y en la fase tranquila del perro, cuando está  cansado y  quiere dormir, justo después del juego, le pasamos durante  muy poco tiempo el  cepillo, hablándole suavemente y dándole premios.
Veterinario: Recomiendo   hacer visitas frecuentes a la clínica veterinaria, sin hacerle nada al   cachorro. Solamente entrar en la clínica, saludar al veterinario y  darle un  premio al perro. Así aprende que ir al veterinario no  significa nada negativo y  no cogerá miedo al sitio.
Paseos: Los paseos  de un cachorro deben ser cortos y frecuentes, para estimularle a hacer sus  necesidades en la calle. Calculamos aproximadamente  5 minutos de paseo por mes de vida del cachorro, en cada de los 6 o 7 paseos  diarios. A  partir de  los 8 meses podemos ya alargar los paseos y el perro adulto  debe tener unos 5  paseos diarios, dos de ellos de entre 30 minutos y  una hora, y tres de ellos un  poco más cortos.
Durante los  paseos con el cachorro, desde el primer día, tenemos que educarle a no tirar de  la correa. Los perros no tiran de la correa, sino que lo aprenden. Se  lo enseñamos nosotros. Cuando  el cachorro es pequeño, nadie se preocupa porque  tire, ya que es  pequeño y no tiene mucha fuerza. Pero es ahora que lo aprende,  para  toda la vida.
Lo que aprende ya a muy temprana edad es: ‘Para llegar a un  sitio, tengo que tirar de la correa. Cada  vez que tiro mucho, consigo  llegar donde quiero ir.’ Además, nosotros también tenemos mucha  tendencia de tirar  de la correa, para llevar el perro de un sitio a  otro, o para conseguir que  deje de oler en un árbol. Desde muy temprano  nuestros perros aprenden que la correa  es para tirar de ella  desde  ambos extremos.
Luego, cuando el perro crece y se hace más fuerte, nos  damos cuenta del problema que tenemos. Le culpamos a él y le castigamos – por algo que nosotros  le  hemos enseñado. Usamos collares de estrangulamiento o con pinchos para   ‘quitarle esa manía’, o simplemente aguantamos y dejamos que el perro se  haga  serio daño en las partes sensibles del cuello (tráquea y  cervicales) a lo largo  de los años.
Durante  los primeros paseos del cachorro, es mucho más  fácil pararnos cada vez  que notemos que la correa se tensa, y solamente seguir  adelante cuando  la correa está floja.
EL CACHORRO Y EL COCHE
Desde el  principio debemos acostumbrar al cachorro a ir en coche, ya que le puede dar  miedo o incluso se puede marear. La  manera  de viajar más segura y cómoda para el perro es en su  transportín. Es un espacio  reducido. Evita que el perro se tenga que  agarrar en las curvas y es un sitio  que él ya conoce.
No  recomiendo llevar el perro en coche solamente para llevarle al veterinario, ya  que al poco tiempo no se querrá subir.
Es  mejor  llevarle cada día durante cinco minutos hasta un parque y darle  un paseo allí.  De esta manera, asociará pronto el coche con actividades  agradables.
Tenemos  que  recordar que nuestro fiel amigo nos va a acompañar durante muchos  años. Si  desde el principio le educamos bien con la ayuda de algunas  sencillas pautas,  tanto nosotros como el perro disfrutaremos plenamente  de la convivencia  perro-humano.
Fuente: Christiane Steck, Educadora Canina

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